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domingo, 27 de julio de 2008

GUATEMALTECO MIRA HACIA MARTE

El mes próximo será lanzada al espacio, desde Baikonur, puerto espacial ruso ubicado en Kazijistán, una nave diseñada por estudiantes de maestría de la Universidad Central de Florida, EE. UU., entre quienes está el guatemalteco Luis Pedro Zea González, de 28 años.

Zea tiene una maestría en Ingeniería Aeroespacial, con especialización en sistemas aerodinámicos de termofluidos. Es decir, “una mezcla de química, física y matemática”, explicó.

Este joven científico guatemalteco, egresado de la Universidad del Valle de Guatemala, colaboró con el diseño de la estructura del satélite y la combustión.

Después de varios experimentos, lograron que la nave funcionara con plasma, un combustible que puede ser utilizado en menor cantidad y permite mayor recorrido. Con ello se garantiza que regrese a la Tierra y no sea parte de la basura espacial.

Para Zea, ir a especializarse fuera del país y adentrarse en el mundo de las naves espaciales era cumplir un sueño.

Para lograrlo, puso manos a la obra, y escribió a seis científicos especializados en diseño de naves aeroespaciales, les relató su interés y cómo podría ayudarlos.

Su conocimiento del tema los dejó impresionados, y recibió ofertas de dos universidades, pero optó por la de Florida, según dijo, por estar más enfocada a diseño de satélites.

Allí le ofrecieron pagarle la maestría en Ingeniería Aeroespacial, además de sus gastos, a cambio de que trabajara en Cabo Cañaveral para una compañía petrolera, que es la que paga por su investigación.

Una vez en su nuevo trabajo, diseñó y construyó un sistema único para experimentos sobre remoción de gases en ciertos productos.

Simulación de Marte
Entre su experiencia universitaria, este joven prometedor ha hecho de todo dentro del campo de la ciencia, su trabajo más reciente lo hizo aislado en un hábitat en medio del desierto de Mojave, Utah, EE. UU., con otros cinco científicos, en una estación de simulación de exploración de la superficie de Marte.

Allí dirigió un proyecto de investigación científica, que puede conducir a más extensos estudios para el plan de la National Aeronautics and Space Administration (NASA), de regresar gente a la Luna y Marte.

A la altura de los grandes
La experiencia fue aprovechada por los científicos para lanzar el estudio Administración de escenarios de emergencia en actividades extravehiculares de superficie: herramientas, procedimientos e implicaciones geológicas, del cual Zea fue el principal investigador.

El objetivo era evaluar los procedimientos y herramientas con las que un astronauta cuenta frente a una emergencia. “Cuando un astronauta tiene problemas de soporte de vida con su traje, debe regresar al hábitat, y la investigación va encaminada a atender esos problemas que se puedan presentar, dependiendo de la geología del terreno en el que esté y las herramientas con las que cuente”, explicó este joven científico.

Zea ejemplificó el término de soporte de vida con el hecho de meterse, por largo rato, en una lata donde no sale ni entra aire, lo que produciría la muerte de la persona, ya que al respirar también exhala dióxido de carbono, el cual se queda en el ambiente y, pasado el tiempo, lo respira, lo que causa que se ahogue.

Para evitar eso, intentaron separar el dióxido de carbono, y eliminarlo por medio de un proceso químico para darle de nuevo oxígeno al astronauta cuando está dentro de su traje espacial, y recrearon las posibles fallas del sistema de soporte de vida de los trajes espaciales, con información real de los terrenos, la que fue adquirida con programas informáticos especializados y cámaras estereoscópicas del proyecto de Massachusetts Institute Of Technology (MIT).

Los resultados de esta investigación serán presentados el próximo año. El estudio también midió el costo metabólico, es decir, la energía que el cuerpo del ser humano utiliza para hacer determinada acción; en este caso, una exploración espacial.

En el laboratorio de Utah, Zea también ayudó con una investigación a la que llama de factores humanos, una rama de la ciencia que estudia cómo el cerebro, fuera de su hábitat natural —Marte y la Luna—, percibe las cosas de una forma y dimensión diferentes, resultados que también podría publicar el año siguiente.

En definitiva, este joven no para de trabajar; su amor por la ciencia y por descubrir cosas nuevas lo hacen un ser muy especial, quien aparte de desarrollarse personal y profesionalmente, pone en alto el nombre de Guatemala.