Por Alfredo Vicente
“Para el lunes que viene me leen los primeros dos capítulos de La Ilíada, y me hacen un cuadro con las temáticas tratadas en la obra”.
Qué carga. Qué aburrido. Qué pesado son comentarios usuales en las aulas ¿verdad?
Qué tal si al leer la actitud fuera: “¿Qué aprenderé esta vez?”. Eso marcaría una gran diferencia respecto del tener que leer por obligación. A menudo disfrutamos solo leer lo que nos gusta o entretiene, mientras que los textos obligados son vistos con cierta aversión. De hecho, leer constituye un trabajo intelectual que a menudo se confunde con la lectura recreativa, aunque se trata de dos asuntos distintos.
Que nos guste aprender
El gusto por la lectura de libros se ha perdido significativamente en los jóvenes, porque un alto porcentaje —en las universidades, colegios y escuelas— piensan que esta actividad es tediosa y aburrida, y no la vinculan con su vida personal, explica Gloria Hernández, quien imparte talleres de lectura y expresión escrita. Estamos en una era en la que el libro compite con la televisión, videojuegos e Internet.
Curiosamente, la expansión de la web, con todo y sus blogs, redes sociales, foro y correo electrónico, requieren de un gran ejercicio de lecto-escritura; no obstante, uno de los mayores retos académicos para los jóvenes de la actualidad es descifrar el código de la lectura para adquirir disciplina, mantener la atención y eventualmente disfrutarlo como un pasatiempo muy útil. Según María Elvira Charria, en su libro El placer de leer en un programa de lectura, el hábito se cultiva desde corta edad: “El niño debe encontrar, desde que se inicia en la lectura, que ella es significativa y placentera porque está vinculada a su mundo real, porque le abre la posibilidad de conocer muchos mundos amplios y maravillosos, porque le da respuestas a sus preguntas, porque le enriquece la vida, porque le amplía su ámbito de comunicación”, escribe.
¿Por qué es importante?
“La lectura nos hace crecer. nos trae beneficios de comprensión, de lectura, de relación, de nivel de pensamiento y de vocabulario”, menciona la psicopedagoga Martha Escobedo.
Al abrir un libro, se abre la mente al universo de otra persona, y se viaja a otra opinión, otra forma de ver la vida.
Todo radica en tomar la decisión de darse la oportunidad de descubrir el fascinante mundo de las letras impresas que narran una historia.
El primer paso es desmitificar el concepto de que “no estoy hecho para leer”. Es una gran mentira.
“Todos estamos hechos para leer. Lo que pasa es que hemos tenido experiencias malas, negativas, en cuanto a no percibir la lectura desde pequeños como algo placentero”, indica Hernández. Para que nos enamoremos de las letras, por lo tanto, tenemos que cambiar primero la idea de que la lectura tiene que ser siempre algo aburrido y tedioso. En lugar de eso, la actitud que debemos tener es que si un tema resulta cansado o aburrido, puede ser porque no comprendamos muchas de las palabras o porque estamos deseando estar en otro lugar, lo cual no es bueno en ninguna circunstancia.
FUENTES CONSULTADAS:
Matha Escobedo tel.:2361-0745
Gloria Hernández tel.:2334-6797
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sábado, 19 de julio de 2008
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