A Proposito del Nombre de este Blog
sábado, 31 de mayo de 2008
Encontre el mouse muerto!!
domingo, 25 de mayo de 2008
Matamos al planeta...
Strange Big Fish - video powered by Metacafe
Este video muestra destruccion, pero tambien esperanza... despues del minuto 3:20; oigan la cancion... y mediten sobre el daño...
Esta es una animacion... cruda, pero real... lastimosamente!!!
domingo, 18 de mayo de 2008
Fe... se llama Fe
domingo, 11 de mayo de 2008
Ganó un premio por probar la existencia de Dios
Concursos dotados de importantes premios hay
muchos,
pero pocos que superen el millón de dólares.
El Templeton Prize, que otorga
1.600.000 dólares, es el
premio más generoso jamás concedido a un individuo,
y fue otorgado a un sacerdote que fue capaz de
ofrecer pruebas de la
existencia de Dios utilizando las
matemáticas.
Resulta sorprendente
saber que existe un premio de 1.6
millones de dólares cantantes y sonantes
para quien sea capaz
de ofrecer pruebas irrefutables de la existencia de
Dios. Y más
sorprendente aún es saber que se lo han otorgado a alguien.
Sin embargo, y luego de comprobar la veracidad de la noticia,
podemos
confirmar que martes 13 de marzo, el sacerdote
polaco Michael Heller, de 72
años, obtuvo el Templeton
Prize por un trabajo que aparentemente ofrecería,
mediante
el uso de herramientas matemáticas, pruebas indirectas de la
existencia de Dios.
Según puede leerse en el comunicado de la misma
Fundación
John Templeton, se trata del premio más generoso concedido
a
un individuo. Dotado con más de 1,6 millones de dólares,
y pretende
incentivar los avances en torno a las grandes
cuestiones de la ciencia, la
filosofía y la religión. A pesar de
su importancia económica, el premio ha
recibido muchas
críticas por su interés en vincular la religión y la
ciencia, tema
que gran parte del mundo científico considera imposible y
desfasado.
En su trabajo, Heller, que además de sacerdote es filósofo
y cosmólogo, ha “desarrollado agudos y sorprendentemente
originales
conceptos sobre el origen y las causas del Universo,
a menudo bajo la
intensa represión gubernamental en
Polonia.”, comunicó la fundación. “Heller
ha trabajado
afanosamente durante años bajo las asfixiantes estructuras de
la era soviética y se ha convertido en una convincente figura
en los
dominios de la física, cosmología, teología y filosofía,
con un amplio
bagaje académico y religioso”, agregaron.
Karol Musiol, colega de Heller, al
presentar la defensa de la
candidatura del religioso premiado declaró que
“es evidente
que para Heller la naturaleza
matemática del mundo y su
inteligibilidad por parte del ser
humano constituye la evidencia
circunstancial de la existencia de
Dios”.
Si bien no hemos podido
ver
el escrito premiado, el propio
Heller ha explicado en qué
se
apoya su trabajo. “Varios
procesos del Universo pueden
ser expuestos
como una sucesión
de estados, de forma que el
precedente siempre sirve
de
causa para explicar que le sucede
y siempre hay una ley que dicta
cómo un estado debe suceder
a otro.”, dice. Y agrega que “dado que las leyes
dinámicas
se expresan en forma de ecuaciones, si nos preguntamos
sobre
la causa del Universo deberíamos preguntar sobre la
causa de las leyes
matemáticas”. Más adelante explica que
esas cuestiones llevan a plantearse
sobre “la raíz de todas las
causas: el Gran Diseño de Dios”.
Respecto de
la ciencia, Heller considera que se trata de un
“esfuerzo colectivo de la
mente humana para leer la mente
de Dios desde las preguntas sobre las que
nosotros y el
mundo parecemos estar hechos”. El filósofo ha escrito más
de 30 libros, de los que la crítica ha dicho que básicamente
se encargan
más de suscitar dudas sobre la realidad que en
tratar de probar la
existencia divina.
El origen de los premios Templeton data de 1973, año en
que fueron creados por el agente de inversiones John M.
Templeton.
Buscan el reconocimiento a las personas que
contribuyen al entendimiento de
la religión.
El premio otorgado a Heller será oficialmente entregado por
el príncipe Felipe en una ceremonia privada que tendrá lugar
el próximo
7 de mayo en Londres. En ocasiones anteriores
fue entregado a Teresa de
Calcuta, al escritor Alexander
Solzhenitsyn, al reverendo Billy Graham y al
líder espiritual
indio Pandurang Shastri Athavale. - Ariel Palazessi
La paciencia
La paciencia es un rasgo de carácter que nos permite pasar por situaciones
caóticas sin derrumbarnos, nos permite educar a nuestros hijos sin gritos y nos
permite aceptar a los compañeros de trabajo sin deprimirnos, entre muchas otras
cosas.Es muy interesante conocer que el origen de la palabra paciencia es la
raíz latina pati que significa sufrir. De hecho el participio patiens se
introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o “el que sufre.” Así
la palabra misma nos recuerda que la paciencia implica sufrimiento, si bien ese
sufrimiento se acepta con dignidad esperando una recompensa mayor que vendrá, ya
sea con el simple paso del tiempo, con la perseverancia, o con la actividad
correcta en los momentos correctos.Es importante notar que paciencia no
significa sólo esperar hasta que cambie la situación o hasta que alguien más
haga lo que tiene que hacer. Es muy fácil, y parte de la naturaleza humana
también, el culpar a alguien más de todo lo negativo que nos sucede. Paciencia
es la cualidad de tolerar o soportar dolor o dificultades sin quejas.Repasemos
el rasgo de la paciencia en las tres circunstancias mencionadas anteriormente:
el simple paso del tiempo, la perseverancia y la actividad correcta en el
momento correcto.Paciencia en momentos lentos.¿Le ha tocado desesperarse con la
burocracia de ciertas instituciones? ¿Ha tenido la “oportunidad” de esperar
largo tiempo en líneas para poder ser atendido? ¿Ha tenido que atacar el
aburrimiento propio o de sus hijos en viajes largos? Son momentos todos en que
la paciencia debe derrotar al desasosiego.Debemos entender que la “burocracia”
no es mala por si misma, de hecho fue introducida en la ciencia administrativa
como un elemento de organización y control. Sin ese molesto “papeleo”, pronto
una organización no sabría dónde estuvieron sus ingresos, cómo reproducir un
proceso particular en ausencia del actual dirigente, o cómo controlar los
gastos. Entendamos entonces que la burocracia tiene una razón de ser y seamos
amables cuando tratemos con ella.Aparte de comprensión también podemos usar la
creatividad y convertir los momentos de espera en momentos útiles. Lleve con
usted un libro o alguno de sus pendientes (hoy en día puede acarrear hasta una
computadora en un portafolio) la siguiente vez que tenga que enfrentarse a la
burocracia, a la línea del banco, a la sala de espera del médico, a un viaje,
etc. Invente juegos con sus hijos con palabras, números, etc.La gente de campo
sabe que el tiempo entre la siembra y la cosecha no es de haraganería, es un
tiempo para fertilizar, desyerbar, arreglar maquinaria, etc. Hay que sacar
ventaja de ese aparente “tiempo muerto”.Paciencia como perseverancia.Se cuenta
que Robert Bruce derrotó a los ingleses para liberar a su patria Escocia de su
yugo, pero sólo después de muchas y dolorosas derrotas. Siempre tuvo la
paciencia de asimilar la derrota, levantar un nuevo ejército, luchar nuevamente,
ser derrotado, asimilar la derrota, etc. Un ciclo que no se interrumpió sino
hasta que logró la victoria final y pudo reinar en Escocia.Esto lo podemos
aplicar, tanto a este Rey, como a un equipo de fútbol que luego de derrota tras
derrota, persevera hasta lograr el campeonato, al estudiante que finalmente
logra titularse, o al empleado que finalmente es reconocido como “siervo
fiel”.Paciencia como actividad correcta en el momento correcto.Cuando “tenemos
el tiempo encima” tendemos a desesperarnos, nos irritamos, gritamos y generamos
un caos peor sin lograr resultado alguno. Este también es un momento para la
paciencia. Nuevamente no se trata de esperar una solución “caída del cielo”, si
bien podemos orar y pedir ayuda divina, lo cierto es que también tenemos que
enfrentar el problema. Gedeón, David, y otros personajes de la Biblia que
recibieron ayuda de Dios, aún tuvieron que marchar a la batalla.Los tripulantes
del Apolo 13, cuando este sufrió una avería, hubieran podido darse de topes en
las paredes, maldecir la misión, rasgar sus trajes y aún así seguir con el mismo
problema. Ellos tuvieron paciencia para solicitar ayuda, para comentar las
alternativas y trabajar en la solución de mejores probabilidades aún cuando el
tiempo se iba de entre sus manos. Ellos hicieron lo correcto con
paciencia.Fuente de la paciencia.La buena noticia es que para lograr este rasgo,
tenemos la ayuda del Espíritu Santo. Gálatas 5:22 dice que la paciencia es uno
de los frutos del Espíritu Santo. No estamos solos, oremos a Dios por que su
Espíritu more en nosotros y seremos recompensados con este fabuloso rasgo del
carácter de Cristo: la Paciencia.
domingo, 4 de mayo de 2008
El Monstruo de Austria
El monstruo de Austria
Joseph Fritzl, salvo las cejas, tiene la apariencia de un jubilado plácido; pero es un monstruo. Encerró a su única hija en el subsuelo de la casa familiar, y allí, en la mazmorra, la mantuvo durante veinticuatro años sometida a abusos sexuales. A medida que los hijos nacían, se las arregló para hacerlos llegar a la puerta de su propia casa donde convencía a su mujer para acogerlos. Así pudo criar a algunos de ellos mientras la madre (que era también su hija) seguía encerrada en el subsuelo con otros de sus niños, caminando encorvada y de puntillas y sin cometer ruido alguno, temerosa de que el padre, ese monstruo, inundara de gas la mazmorra y la hiciera morir asfixiada.
El increíble caso (que se asemeja al de Natascha Kampusch) quedó al descubierto cuando Fritzl hubo de llevar al hospital a una de sus hijas producto del incesto. Se le descubrió luego, a pasos de allí, con su otra hija secuestrada por décadas, intentando saber de la enferma.
Los detalles del caso son estremecedores: el abuelo Fritzl mantuvo durante un cuarto de siglo una estructura familiar aparente y, literalmente debajo de ella, otra que era el revés de la primera. Y como era de esperar, su víctima -esa hija a la que comenzó a abusar a los once años y a la que mantuvo encerrada durante veinticuatro- se había adaptado a esa vida de infierno y así criado a algunos de sus hijos sin siquiera ver el sol. Uno de ellos, al ser liberado, preguntó si acaso la luna era Dios y en vez de hablar repetía una y otra vez, en un murmullo, algo que según la policía era una de las canciones de cuna con que su madre debió haberlo consolado en las noches de terror de la mazmorra.
Por supuesto, Joseph es un insano, alguien en quien los frenos de la racionalidad y la compasión no cumplen tarea alguna. Pero lo más estremecedor es que Fritzl, desquiciado y todo, es un ser humano que fungió de persona común y corriente durante casi toda su vida, sin que nadie lo descubriera o sospechara de él, hasta ese día en que, movido por una rara compasión, llevó a su hija nieta al hospital para salvarla y se paseó luego cerca, con su otra hija abusada, para tener noticias de la enferma.
El caso del Monstruo -como de inmediato lo llamó la prensa- está lleno de síntomas y de indicios para la vida que tenemos en común.
Desde luego el caso recuerda, por enésima vez, algo que ya sabíamos pero que a veces nos cuesta aceptar.
La vieja distinción entre dos esferas de la existencia humana que es tan cara al conservantismo -una regida por el cálculo y el poder, la vida pública, y otra en la que impera la afectividad y el consuelo, la vida privada- se revela, en este caso atroz, falsa. La dominación y el abuso, el cálculo y la crueldad, también se infiltran en la vida familiar. Por supuesto, el caso de este monstruo es un exceso increíble y afortunadamente raro; pero nada de eso debe hacernos olvidar que la vida en familia también puede estar tejida de abusos y que los viejos ideales burgueses, que ponen la placidez del lado de la familia, y la lucha y la dominación del lado del trabajo y la política, son falsos y que cuando se los cree a pie juntillas permiten que tipos como Fritzl, u otros que se le parecen, caminen por allí sin que nadie se dé cuenta.
Los temas del femicidio y la violencia familiar no son entonces, como algunos creen, temas de moda, intervenciones desmesuradas o lugares comunes del progresismo. Ellos intentan recordarnos una y otra vez que esa distinción entre la vida familiar (plácida y acogedora) y la vida pública (competitiva y feroz) suele ser falsa.
De otra parte, el caso de Fritzl ocurre en Austria y a pocos kilómetros de Viena, una ciudad que fue durante largo tiempo la cuna de la racionalidad más exquisita. Ahí nacieron Wittgenstein y ahí vivió Mozart. Ahí trabajó -hasta ser expulsado por los nazis- Freud quien, dicho sea de paso, nunca se sintió cómodo en ella. Cuna del desarrollo intelectual centroeuropeo de comienzos del veinte, Viena, vecina del monstruo, fue también el lugar que alojó a Hitler y donde por casi ocho años vivió secuestrada Natascha Kampusch. Por supuesto, nada de esto significa que Austria o Viena o sus lugares aledaños tengan la culpa de las atrocidades de Fritzl (o de Hitler); pero muestran hasta qué punto la racionalidad humana y el autocontrol son una capa delgada y frágil que puede esconder las peores cosas.
Después de todo, Auschwitz también fue producto de la racionalidad, y entre nosotros la tortura (a veces con maneras que no empalidecen al lado de Fritzl) se practicó -y se justificó- desde el día siguiente de haber acabado una democracia cívica de la que nos enorgullecíamos y que había durado, según decíamos, casi un siglo.
Así entonces el caso de Joseph Fritzl es un ejemplo exagerado y estremecedor de que hay que estar alertas para sostener el delgado barniz de humanidad que nos constituye y debajo del que habita, como vislumbró el personaje de Conrad, y lo probó de nuevo este monstruo de Austria, simplemente el horror.